Más sabe el diablo

AutorLucy Fehr

Las autoridades mexiquenses, de todos los niveles, bien podrían escribir un libro de cómo no se deben hacer las cosas.

Nomás hay que ver lo que sucedió con la Ecozona en el Centro Histórico de la capital del Estado de México.

Primero, por allá de marzo de 2015, se anunció con bombo y platillo el proyecto que buscaba una serie de acciones encaminadas a mejorar la calidad del aire en el primer cuadro de la Ciudad de Toluca.

Entre las directrices a seguir en el proyecto estaba un plan de control de vehículos altamente contaminantes -que se realizaría en coordinación con la Secretaría de Movilidad y la de Medio Ambiente del Gobierno del Estado de México-, así como la inyección inicial de 50 millones de pesos para la plantación de árboles y la colocación de cicloestacionamientos.

También se impulsó el desarrollo de un sistema de préstamo bicicletas públicas, el cual parece ser lo único que dejó en firme el proyecto de la Ecozona.

Y es que, tras un par de ocasiones que se pospuso la entrada en vigor de la Ecozona, finalmente la semana pasada se declaró inaugurado ese polígono de 3.2 kilómetros cuadrados -que incluye 16 colonias del centro de Toluca- pero para fines prácticos, que esté o no operando es exactamente lo mismo.

Porque en teoría se había dicho que no se permitiría la circulación de vehículos en ese perímetro sin verificación, pero las autoridades municipales se encargaron de echar abajo esa proyección por una "sugerencia" de los empresarios agremiados en el Patronato Pro-Centro Histórico de Toluca, y ahora no hay fecha definida para que se...

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