30 horas de tortura

AutorErnesto Núñez

El primer golpe que Héctor recibió fue una patada en la parte de atrás de la pierna derecha, que lo hizo caer al piso, hincado, frente a sus agresores.

-¿No que muchos huevos? -le gritó uno de los judiciales.

Después le dieron un segundo golpe, a dos manos, a manera de aplauso sobre sus oídos, que lo aturdió.

"Yo en mi cabeza decía 'es una prueba de los judiciales, es una mala broma de Mendiola, de Manuel, una novatada'; yo dije 'ahorita se acaba'. Eso era lo que me mantenía tranquilo; pensé: 'me van a meter unas cachetadas y ahí queda'; pensé que era una broma, pero la broma se empezó a poner más difícil", recuerda Héctor en su relato a Amnistía.

Seis veces se repitió ese doble golpe contra sus orejas, seco, contundente.

Aturdido, Héctor alcanzó a escuchar que le dijeron: "tenemos un problema, y tú te lo vas a comer".

-A partir de ahorita tú eres Zeta -le explicó uno de sus agresores.

Le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza y le golpearon la espalda y el tórax para sacarle el aire y obligarlo a tratar de inhalar dentro de la bolsa un oxígeno inexistente. La desesperación provocada por la asfixia lo hacía moverse y sacudir el cuerpo, mientras sus agresores lo sujetaban con fuerza con la bolsa apretándole el cuello. Luego lo soltaban, lo dejaban respirar unos segundos y, otra vez, el doble golpe seco sobre los oídos.

A esas horas llegó a la agencia del Ministerio Público la amiga de Héctor, con 7 mil de los 15 mil pesos que le había pedido, y los desayunos.

Mientras esperaba a ser atendida, en la recepción de la agencia, Karla escuchó la voz de Héctor, proveniente de una de las oficinas.

-¡Ay, no me peguen! -gritaba.

"Se escuchaba como si estuvieran azotando una tabla", se asienta en la declaración ministerial que rindió Karla.

Pasadas las 2 de la tarde, uno de los policías la atendió. Karla quiso darle el dinero ahí mismo, para que soltaran a Héctor, pero el agente le pidió caminar al OXXO que está cruzando la calle, le recibió los 7 mil pesos, los guardó en su bolsa, y le advirtió:

-Disculpe, no la voy a poder ayudar; no sé qué haya hecho este señor, pero sí va a ser muy difícil sacarlo.

La chica se fue y la suerte de Héctor y Maximiliano quedó en manos de los judiciales.

De acuerdo con sus declaraciones ministeriales, Héctor fue sometido a cinco sesiones de tortura, a manos de cinco grupos distintos de policías, durante aproximadamente 30 horas.

El procedimiento se repitió: bolsa negra en la cabeza, manotazos en la espalda...

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