Entregas en caliente / La leyenda de la guerrillera

AutorGuillermo Hérdez

Cuenta la leyenda que una mujer decidió enfrentar una guerra ella sola. Se dice que iba acompañada por un diplomático mexicano que murió en sus brazos, follando mientras la vida se le escapaba por una herida que no estaba destinada a él. Se sabe que murió feliz porque alcanzó el placer supremo en el momento de su último respiro.

Cuenta la leyenda que la mujer guerrillera es de una belleza inaudita. Su cuerpo ha sido bendecido por todos los dioses. Tiene cada uno de los atributos que tanto han deseado todas las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad: piernas largas, bronceadas, de la extensión justa para hacer de sus muslos los más apetecibles. La cintura es una pausa tras las caderas mejor formadas, las mismas que provocan los mejores y los peores pensamientos tanto de hombres como de mujeres. Sus tetas son un poema que han escuchado sus múltiples amantes y su cabellera pelirroja es el fuego con el que ha emprendido su cruzada contra el mal.

Cuenta la leyenda que las tácticas para vencer a sus oponentes son únicas. Se le ha visto de pie, en el techo de un edificio casi destruido por completo, en medio de las ráfagas de ametralladora de los dos bandos que se enfrentan en Siria. En cuanto se paró, el fuego se suspendió por completo, de tan cautivados que estaban los hombres que la vieron. Sus causas dejaron de importarles cuando ella se desanudó la blusa para ofrecer el espectáculo de sus tetas. Justo en ese momento, mientras todos babeaban, lanzó una bomba que oscureció el cielo.

Cuenta la leyenda de la guerrillera que esa bomba no mató a nadie. Al contrario, le dio tiempo para rescatar a varios niños atrapados en el fuego cruzado. También a sus madres y a un par de ancianos caídos que sintieron que llegaban al cielo cuando los dejó reposar sus labios resecos en sus pezones.

Cuenta la...

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