Una niña bien... mala / Sexo sube, sexo baja...

AutorMilah

Como varios de ustedes ya saben, además de ser amante del sexo y de ejercerlo en todas sus modalidades, también soy abogada de profesión, y últimamente he tenido semanas llenas de juntas y reuniones en distintas empresas, pero como podrán imaginarse, mi naturaleza siempre termina por dominar y, circunstancialmente, los encuentros sexuales han sido frecuentes.

Ayer tenía programada una junta muy temprano, así que sonó mi despertador por la madrugada, me levanté para bañarme y ni mi reglamentario mañanero con el Kraken me aventé, así que imagínense lo acelerada que salí de casa.

Cuando al fin llegué a la dichosa cita con el tiempo justo, me topé con que era un edificio enorme y había una fila interminable para subir al ascensor, el directivo al que visitaría tiene fama de ser sumamente meticuloso y estricto con sus asuntos y la presión me tenía con los nervios de punta, pero no me quedó más que esperar con paciencia hasta que al fin tocó mi turno, junto con otras ocho personas y un carrito de correspondencia que hizo que el espacio se redujera aún más y quedáramos apretados como condones empaquetados.

Entre el nervio y la presión por el tiempo, comencé a sudar y mis feromonas empezaron a circular en el ambiente captando la atención incómoda de aquel chavo encargado de la correspondencia del edificio, culpable de que todos estuviéramos estrujados. Sus miradas lascivas aumentaron mi ansiedad y, aunque mientras más gente bajaba de aquel elevador más me alivianaba, no lograba tranquilizarme por completo.

Al fin faltaban solo tres pisos para llegar a mi tan esperado destino, casualmente, aquel hombre se aferraba a seguir subiendo junto conmigo y, justo a punto de llegar, se fue la luz en el edificio. Aún cuando la planta de emergencias entró, el elevador quedó atorado entre dos pisos, y yo... ¡a solas con aquel psicópata con mirada libidinosa!

Apenas con una suave lucecita alumbrando nuestro entorno logré ver como palidecía aún más que yo y me acerqué a preguntarle si se encontraba bien.

-Pues más o menos, es que soy claustrofóbico.

¡No hay nada peor que quedarte atorada con alguien a quien en cualquier momento se le botará la canica!

Tenía que hacer algo pronto o aquello se tornaría de verdad insoportable, así que me acerqué a él, lo tomé de la cara y le planté un mega beso que, por lo pronto, lo sacó de onda y lo puso a tartamudear, jajaja.

-Ay, perdón, es que los nervios me hacen actuar con locura.

Sin responder a mi disculpa me jaló y me...

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