Comedia política / Y son rebeldes...

AutorDan T.

Llega un tipo a la taquería y pide:

--Me da tres de maciza, sin cebolla ni cilantro y con salsa de la que no pica.

--Claro que sí, joven. ¿Se los sirvo en plato normal o de princesa de Disney?

Las cosas como son: las palabras rebelde y PAN no van juntas. O se es rebelde o se es panista, pero las dos cosas al mismo tiempo no se puede. Es como querer ser perrogato o intentar dormir despierto. Esto, obviamente, lo digo por los cuatro payasos, perdón, por los cuatro senadores que se hacen llamar "Los Rebeldes del PAN". Son cuatro de los personajes más sucios que ha tenido el PAN en su historia.

El primero es Javier Lozano, el poblano que fue priista y que cuando vio llegar al PAN al poder, dio el brinco y se pintó de azul y blanco. Fue secretario de Comunicaciones y Transportes, benefició todo lo que pudo a Televisa y a TV Azteca y como quería ser gobernador de Puebla, se convirtió en la mascota de Rafael Moreno Valle. Sin duda es un rebelde, porque todos los días se rebela contra la decencia, la honestidad y el buen gusto.

El segundo rebelde es Salvador Vega Casillas. Este hombre a lo único que se ha rebelado es a su conciencia, pues fue el responsable de combatir --ajá-- la corrupción --jaja-- en el gobierno de Felipe Calderón.

El tercer rebelde es Roberto Gil Zuarth, mejor conocido como "la muñeca veja", que es como el hermano mayor del portero Memo Ochoa, nomás que sin los rizos, ni la agilidad, ni la inteligencia, ni los reflejos, ni nada. En realidad es el hermano mayor adoptado. Cuando fue funcionario en el gobierno de Felipe Calderón, le decían "el hombre de Temoaya", porque su función era ser el tapete del entonces Presidente. Roberto Gil tiene de rebelde lo que yo tengo de cirujano plástico.

Y el cuarto y último pero no por eso menos importante es el rebelde... ¡Míster Bean! Digo, el senador Ernesto Cordero. Por si no lo recuerdas, Cordero fue secretario de Hacienda y de Desarrollo Social en el sexenio calderonista; luego quiso ser candidato a la Presidencia y, al final, se conformó con una humilde senaduría que sólo le produce unos cuantos millones de pesos al año. ¿A qué se pudo haber rebelado...

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