Deja todo por un trombón

AutorErika P. Bucio

MÉXICO, D.F.- HACÍA FALTA un trombonista en la banda de su padre, el oaxaqueño don Rodolfo Díaz, quien le dijo: "aquí está un trombón de vara, vas a tocar".

"¿Y quién me va a enseñar?", replicó Faustino Díaz, con apenas 14 años de edad.

Don Rodolfo sacó un papel viejo donde un trombonista le había dejado escritas todas las posiciones de las notas musicales. Y ahí empezó todo.

Faustino había nacido con la música. La Dinastía Díaz, de San Lorenzo Cacaotepec, tiene fama en el Valle de Etla. Son músicos desde hace un siglo.

"Para ser un buen músico, necesitas tener un poquito de talento. ¿Por qué a éste se lo dieron y a éste no?, eso no lo sé", dice Faustino, mientras toma un descanso, sentado en el jardín de la Escuela Nacional de Música y rodeado de trombonistas que asisten a la Semana Nacional del Trombón.

Faustino es el primer músico de conservatorio de su familia; su padre lo convenció de irse a estudiar al menos un año.

Para el cuarto año, ya era trombón principal de la Orquesta Filarmónica de la UNAM. Vino entonces la sacudida, el día en que le regalaron un disco pirata del holandés Jörgen van Rijen.

"En ese momento supe que no era nada como trombonista", recuerda. Si quería ser alumno de Van Rijen tendría que ganarse un lugar en el Conservatorio de Rotterdam. Faustino no sabía ni a dónde ni cómo iba a llegar, pero fue; nadie pudo convencerlo de quedarse. Obtuvo una de las únicas dos plazas...

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