Deja la gesta comida típica

AutorIrma Valadez

DELEITAR AL paladar con un antojito mexicano como los sopes, las quesadillas, los tlacoyos y los huaraches, es rendirse ante una tradición centenaria, ya que este tipo de comida forma parte de la herencia culinaria que nos dejó la Revolución.

Antes de que el movimiento insurgente iniciara en 1910, las altas esferas de la sociedad mexicana degustaban platillos de manufactura francesa, pero en la alimentación del pueblo mexicano siempre prevaleció la comida a base de maíz.

"El pueblo siempre comió tortillas, siempre comió frijoles, era la base de la alimentación, pero las altas esferas sí fueron las que modificaron sus costumbres después de la Revolución", explicó Claudio Poblete, chef y académico de la Escuela de Negocios de la Industria de la Hospitalidad Universidad CESSA.

En gran medida, la labor de crear nuevos platillos y consolidar a la comida mexicana se le debe a las llamadas adelitas y soldaderas.

Gabriel Ángel Moro, coordinador del plantel de especialidades del campus Gustavo Baz del Instituto Coronado, explicó que las mujeres revolucionarias, a su paso por las distintas zonas del País, recolectaban ingredientes para hacer nuevos platillos y que transportaban sólo aquellos que no sufrieran un proceso rápido de descomposición, como el maíz, los frijoles y los chiles.

La artista plástica Martha Chapa, quien es una estudiosa de la comida mexicana, concuerda con esta idea y además refiere otra hipótesis.

"Fue en esta época cuando permea lo nuestro, porque durante el Porfiriato se venían los chefs de Francia; a la esposa de Porfirio Díaz no le gustaba nuestra comida, a él si le...

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