Entregas en caliente / Cinturón de seguridad

AutorGuillermo Hérdez

-¿A ti por qué te mandan a Wayzata? -preguntó la sobrecargo Liz Carrington a un Paco Jones que entusiasmado se había sentado en su lugar y amarrado el cinturón de seguridad como queriendo agilizar el despegue.

No consiguieron vuelos de inmediato, por eso Nelson decidió mandarlo en su jet privado.

-A mí no me mandan. Yo estoy yendo para encontrarme con mi novia -respondió Jones sorprendido por la pregunta.

Liz lo miró con una ligera sonrisa y asintió brevemente con la cabeza.

-Muy bien, si así lo quieres considerar -dijo ella tratando de no contradecirlo. Después, se sentó a un lado mientras el avión se preparaba para despegar.

Liz llevaba años trabajando para Nelson en su jet y sabía que siempre que el candidato se quería deshacer de alguien, lo enviaba a Wayzata. Ahí los exiliaba como si fuera su Siberia particular. Le había tocado conducir hasta ese pueblo helado y remoto, donde el viento daba vuelta y la lluvia que sobraba se iba a concentrar ahí, a decenas de personas caídas de la gracia del texano. Había llevado a los exmaridos de las hijas, a sus rivales políticos, a las amantes que se ponían difíciles, a un cura, dos hermanos, tres cuñados y un tío, a varias secretarias, abogados y gerentes administrativos. Hasta a un zapatero que le hizo mal unas botas. Ninguno de ellos regresaba.

-¿Qué no ibas tú a ayudarlo a incrementar sus votos?

-En eso estamos, pero él me prometió encontrar a mi novia y parece que se encuentra en Wayzata.

Jones no dejaba de pensar en lo feliz que lo hacía ese reencuentro con Rebeca, por eso se concentró a mirar hacia afuera de la ventanilla cómo iban tomando altura en lugar de mirar el escote de la azafata por donde se asomaban un par de tetas deliciosas cada vez que ella se agachaba para servirle las bebidas y alimentos, pero ya no se pudo resistir...

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