Entregas en caliente / Frente a frente

AutorGuillermo Hérdez

Mientras Lupita le susurra al oído lo mucho que lo quiere, Peyton Thinkerless termina de amarrarse las botas de soldado que compró en la venta de garage de su vecino, el veterano de guerra de Vietnam, que murió hace una semana.

-No te vayas. Hazme lo que quieras. Lo hacemos por atrás como a ti te gusta -le dice la hija de migrantes mexicanos al tanque Peyton mientras le restriega las tetas en la espalda.

-Tengo que irme, me están esperando -responde Peyton evasivo pensando que con ésta ya sería la tercera semana que no va a matar mojados.

-Si me dejas aquí solita, ¿yo que voy a hacer con tantas ganas? -le dice Lupita dándole lengüetazos al lóbulo de la oreja- Tocarme pensando en ti no es suficiente. Eso es lo que hago todos los días hasta que vienes.

Lupita abraza las anchas espaldas del hombre que la hizo mujer hace ya varios años y desliza su mano para acariciar el enorme miembro del exjugador de fútbol americano. Entre sus dedos siente cómo el animal comienza a crecer y a endurecerse.

Peyton se da la vuelta dejando su miembro erecto a la altura de la mirada de Lupita, frente a frente. Mientras a ella se le hace agua la boca, acaricia el glande con su nariz. No le alcanzan ni dos ni tres manos para cubrir la longitud del mástil. Antes de metérselo a la boca, desliza su lengua por el borde de sus labios, saboreándolo, pensando que muy pronto lo tendría dentro de ella, tal y como hizo la primera vez en los vestidores del estadio cuando ella era porrista y Peyton jugaba como linebaker.

El racista y partidario de la supremacía blanca nunca ha podido resistirse a los encantos de Lupita, sabe que ella es la mujer de su vida, la única que lo hace sentir acariciar las nubes. ¿Por qué tenía que ser latina? se pregunta una y otra vez desde que era adolescente...

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