Entregas en caliente / Las mortificaciones del encierro

AutorGuillermo Hérdez

Rebeca está desesperada. Más que eso: harta. Desde que Paco Jones entró a la universidad, han fajado como adolescentes. Sus cuerpos se buscan. Ella apenas puede esperar a verlo para restregarle las tetas en su pecho, para pararse de puntitas provocando que se redondeen más sus nalgas, para recibirlo con el beso más apasionado del mundo. Y él, claro está, responde de inmediato. Si Rebeca puede sentir su monumental erección bajo la tela de mezclilla o del elegante traje que ahora le da por usar. Ella le acaricia el miembro sobre la bragueta pero, cuando quiere llegar más lejos, cuando quiere bajar ese cierre para meterse esa monstruosidad en la boca, cuando quiere que él le arranque los calzones y se lo meta todito, es cuando Paco Jones se detiene. Le hace recordar que los dos prometieron que no follarían hasta que él obtuviera el título de licenciado. Algo que se ve lejanísimo, y eso que se metió a una de las carreras cortas.

Así que la depresión ha ganado a Rebeca. Esta semana, por ejemplo, no verá a Paco, pues tiene mucha tarea o eso le ha dicho. Para colmo, tampoco puede acudir a Natasha ni al resto de sus amigos. La verdad es que ni siquiera le dan ganas de salir a la calle, meterse a un bar y conquistar a un incauto; uno de ésos con muchas ganas que haría lo que fuera con tal de separar los muslos de Rebeca. En definitiva, ella está deprimida.

Por eso se queda en casa. Desde que amanece prende la televisión y pasa el día cambiándole de canal. Desde noticieros hasta telenovelas, desde partidos de futbol hasta clases de cocina. Le da igual. Lo que sea con tal de no pensar en...

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