Entregas en caliente / Sentir sin tocar

AutorGuillermo Hérdez

Los traumas de guerra han generado siniestras fantasías sexuales en Estados Unidos.

El general Cooper Dumprey no es la excepción. Nunca ha podido olvidar cómo, por follar con una hermosa aldeana vietnamita, toda su compañía pereció a manos del Viet Cong.

Desde entonces, no sólo no ha olvidado la muerte de sus amigos, sino que desde entonces relaciona todo deseo sexual con una inmensa culpa. En cuanto siente el roce de una piel ajena lo invade una incontrolable sensación de pánico.

El problema es que el general siempre ha sentido atracción por las mujeres delgadas y voluntariosas. No lo puede evitar. Por eso, además de dedicar su vida a terminar con las amenazas mundiales a la democracia, ha dedicado su fortuna a desarrollar un curioso aparato capaz de proveerle placer sexual sin necesidad de tocar a nadie.

Ahora mismo, cuando Rebeca y Natasha son transportadas a la residencia de Cooper, en donde serán interrogadas, el general piensa utilizar la última versión de su sofisticado sistema táctil.

-Conéctenlas -ordena el general, mientras se acomoda en una silla como la de los dentistas. Su asistente le conecta sesenta y tres diodos a las distintas partes del cuerpo. Esos diodos le trasmitirán impulsos eléctricos que, a su vez, lo estimularán hasta que alcance el orgasmo.

-Sostenga bien ese kleenex, cabo Smith, no quiero ensuciar mi uniforme -ordena el general. El cabo observa concentradamente el miembro del general, apenas del tamaño de un dátil que entresaca la cabeza del pantalón verde olivo.

Del otro lado de la residencia, Rebeca y Natasha permiten que otros soldados les coloquen sensores en las tetas, la vagina, las piernas, la boca y las orejas. Se dejan hacer por curiosidad. Ellas podrían salir de ahí y dejar inconscientes a...

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