Entrevista / Ana Katiria Suárez / 'Tenemos que mendigar la justicia'

AutorMiguel de la Vega

Ana Katiria Suárez fue quien logró liberar a Yakiri Rubio, presa por haber matado al hombre que la violó, y sobre cuyo proceso escribió el libro En Legítima Defensa.

¿Tienes miedo?

Sí, en una parte sí.

¿A qué le tienes miedo?

Tengo miedo a las represalias de un Estado castigador.

¿Por qué entonces te aventaste a hacer esas denuncias en el libro?

¡Porque ya no puedo más! Porque me sale de los poros, porque no me puedo quedar callada, porque cuando tuve la oportunidad de tener el espacio, no me negué. ¿Cuál sería la razón de que me negara? ¿El miedo? Nunca me ha detenido.

¿De qué estás harta?

Del miedo que le genera el sistema a los abogados y a los ciudadanos. De tener que ser demasiado condescendiente con la autoridad para que no se vayan a enojar, para que no te vayan a arruinar tu caso. Todos los días tenemos que mendigar justicia para tener un resultado apegado a la ley.

¿Crees en la ley o en la justicia?

Creo en la debida impartición de la ley para hacer justicia.

¿Y eso existe en México?

No dudo que haya servidores públicos que se esfuercen por hacerlo, pero el sistema está viciado de fondo.

El nuevo sistema de justicia penal, ¿cambió realmente las cosas?

Todavía hay que lisonjear al juez...

No hablé del juez, hablo de todo un sistema, empezando por la base que es el policía de investigación. Luego está el Ministerio Público. Este sistema empieza a pudrirse desde ese nivel. A veces te encuentras jueces que resuelven acuerdos contrarios a la ley, violatorios de derechos humanos, parciales, con poca fundamentación y motivación, como si no les importara. Como si para ellos el servir a una sociedad no fuera un valor irrenunciable.

¿En México es delito ser mujer?

Es un peligro. Y la legítima defensa está viciada de misoginia. Te dicen: "te lo mereces, te lo ganaste, te lo buscaste, mejor cállate, luego nadie te va a creer".

¿En México una mujer es culpable hasta que demuestre lo contrario?

En México una mujer es culpable, aunque demuestre lo contrario. Y más cuando se trata de delitos de género.

¿Por qué? Porque la credibilidad o la fuerza que pueda tener la palabra o el dolor o el padecimiento de una mujer frente a la sociedad se merma frente a la del atacante y frente a la autoridad.

En un capítulo narras que el entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia, Edgar Elías Azar, cuando le llevaste el caso de Yakiri, puso la mano sobre tu pierna y te ofreció que fueras su novia. ¿Qué sentiste en ese momento?

Asco.

¿Qué hiciste?

Lo que...

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