Ivaginaria / La enfermedad de los escitas

AutorElia Martínez-Rodarte

En algún momento de sus muchas travesías guerreras, los antiguos griegos se encontraron con un pueblo bravo y nómada, de a caballo, que eran los escitas. Esta cultura bastante rijosa, estaba posicionada en lo que ahora son los territorios entre el sur de Rusia, el mar Negro, Ucrania y zonas aledañas. Eran personas muy bellas y poderosas, fuertes y buenísimos para montar. Y montando fue que se relacionan padecimientos de los órganos sexuales pélvicos externos e internos del varón con la llamada enfermedad de los escitas. Aunque también hace alusión al travestismo de hombre que toma ropas de mujer.

Uno de los padres antiguos de la ciencia médica, Hipócrates, en uno de los tomos de su Corpus Hippocraticum, compilados para nuestro regocijo y chisma (y saber...), refiere a la banda escita como poco dada al amor y al sexo, por su calidad de seres ecuestres. Se les arruinaba su capacidad sexual y las ganas menguaban. Amén de múltiples dificultades en su espalda y articulaciones que surgían por su posición al montar, actividad que realizaban por mucho tiempo durante sus existencias enteras. Era de esas cosas de la antigüedad que determinaban toda tu vida.

Las referencias de historiadores de la antigüedad como Herodoto, describen a los escitas como señores de ojos azules con cabellos rojizos como fuego (Herodoto era dado al detalle homoerótico...). Menciona asimismo la capacidad guerrera escita, a caballo, buenos con el arco y la flecha, como también se ve en los guerreros persas, quienes fueron influidos por los primeros. Centauros con buena y rápida puntería.

Pero el problema no era con ése arco, sino en el que recibía el continuo roce de la montura, que a muchos dejaba "impotentes", como erróneamente se le dice a la incapacidad eréctil o a la ausencia de erecciones. Al que no se le para se le llama impotente, pero es un término inexacto. Porque a veces eso alude a infertilidad, y la falta de erecciones no necesariamente...

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