Ivaginaria / Monte de Venus: el escudo

AutorElia Martínez-Rodarte

El monte de Venus en el cuerpo de la mujer es un escudo del pubis. Protege al órgano reproductor y genitalia femenina del impacto de la pelvis del hombre durante un coito y de cualquier otro pompeo similar, al igual que el vello púbico que lo acolcha y que aparece en la adolescencia, cuando empiezan a florecer los rasgos sexuales secundarios (vellos, menstruación, cambio de la voz, etcétera).

Nuestros dentro femenino, pese a que se erige como el horno de la especie, también es delicado y por supuesto, a nosotras nunca nadie nos dará un golpe en los huevos, porque los tenemos blindados y por fortuna, no los traemos colgando. Pero requieren del escudo del hueso pélvico que está acolchonado por el lado del monte de Venus, digamos que por el sector peludo. Por cierto, ya existe un movimiento para defender el derecho de las mujeres a andar peludas de donde gusten y se llama #Projectbush o en español #Proyectoarbusto. Así que a soltarse el pelo.

La zona del Monte de Venus está compuesta por tejido graso y muchas terminaciones nerviosas, por lo que ese montículo es un sitio de intensas sensaciones e incluso orgasmos. Un movimiento suave y trepidatorio bien aplicado puede resonar en el clítoris, en la zona vulvar e incluso estimular el Punto G, la zona de eyaculaciones femeninas.

Si se aplican a acariciar, besar o lamer el mons veneris, además de que puede ocasionar orgasmos y temblores en el cuerpo de la mujer, los pone a tiro con la genitalia. Lleven la lengua en punta, bajando suavemente hacia los labios mayores y luego menores, alternen con el ir y venir del monte hacia la vulva, besen la zona interna de los muslos con paciencia antes de clavarse e incluso apliquen caricias leves en el vello púbico, que son como antenas de sensitividad. No desaprovechen ni un tramo del paseo... Con eso tienen para que la dama ya sienta bastante curiosidad por lo que sigue. Y algo importante: no teman enterrar la nariz en la genitalia femenina. Tampoco queremos buzos de aguas profundas ni mártires de la asfixiofilia: sólo pasen la nariz suavemente por las honduras, jugueteen por ahí, hagan cosquillas, den sopliditos y verán cuánta diversión sin límites. Sólo espero que aquello se encuentre...

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