Nosotros los jotos / Bethsua y el migrante

AutorAntonio Bertrán

Che Cu acogía salvadoreños. Su casa, en Unión Hidalgo, Oaxaca, estaba enfrente de donde paraba el tren de la Bestia. Como rondaba la migra, los sudamericanos que viajaban en su lomo se veían obligados a lanzarse y correr para esconderse.

José Cruz, cuyo apodo de muxe era Che Cu, les daba asilo y así los libraba de la deportación. Claro que esa acogida del oaxaqueño le era recompensada por los socorridos muchachos con unas buenas recogidas.

Dedicado a la cría y matanza de cerdos, Che Cu era el más popular en el mercado por el relleno de puerco que preparaba y ahí vendía. "Era toda una señora y le encantaba estar comadreando con todo mundo", recuerda Nelson Morales, que era su vecino.

"Todos sabíamos que siempre había un salvadoreño con él, dice y aclara: "En el pueblo le decimos salvadoreño a cualquier sudamericano, sin importar de dónde sea realmente, y la mayoría de estos hombres estaban un par de semanas y seguían su camino, así que era amor de paso el que le daban a Che Cu".

Ante el drama humanitario que estamos viviendo con la caravana de los hermanos migrantes, querido lector, amable lectora, buscaba en días pasados cómo abordar el tema en esta columna. Cavilaba en la sala de su pobre palacete y de pronto mis ojitos se clavaron en la fotografía que hace un par de años tuve la oportunidad de comprarle al artista visual Nelson Morales. Es la que hoy te comparto.

Como un flashazo recordé que la había seleccionado, entre varias imágenes del espléndido trabajo de Nelson con las muxes o transgénero de su natal Oaxaca, no solo por el muchacho moreno, delgado pero marcadito que me sedujo, sino por la historia que tiene detrás. Y le llamé a mi amigo el fotógrafo para que me la refrescara.

En 2014, Nelson estaba en Ixtepec, Oaxaca. En ese momento, mi colega comunicólogo tenía 32 años y hacía cuatro que se dedicaba a la fotografía, específicamente retrataba a las muxes. Estos entrañables personajes se atravesaron en su vida profesional cuando uno de ellos, Neftalí, le pidió el favor de documentar el concurso de belleza que organizó en su mismo pueblo, Unión Hidalgo.

"Me atrajeron por la posibilidad que tienen de cambiar su género e hipnotizar a la gente, la actitud de belleza que adoptan aunque sean no digamos feas sino estrambóticas, frondosas como las mujeres juchitecas, y también que se creen señoras, como sus mamás", explica Nelson.

"Yo tenía un rechazo a convertirme en muxe, en travesti, y fotografiarlos me ayudó también a aceptarme, así que...

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