Nosotros los jotos / Es puto Gámez

AutorAntonio Bertrán

¿Habrá sido su mirada traviesa, que me sostuvo todo el tiempo? ¿O esa risa cantarina que retumbó en los momentos de mayor picardía para acentuar sus labios amplios y un tanto carnosos?

Sin duda tuvo que ver que me contó no pocas intimidades: que en la infancia no se cansaba de releer "Calígula", en especial las escenas de orgías romanas en el bosque; que también miraba las películas pornográficas que sus padres tenían escondidas; que a los 17 años fue su primera relación sexual con un profesor cubano de teatro, quien no le creyó que era virgen porque su gran habano se le fue "como mantequilla"...

Con toda certeza, agregué a estas reflexiones mientras pedaleaba después de la entrevista con Omar Gámez (Ciudad de México, 1975), el tema de su obra fotográfica, "la carne del deseo", también contribuyó a generar la tensión sexual que percibí durante las dos horas que estuve en su luminoso departamento.

¡Y eso que entre los dos había una mesa -estrecha pero separación al fin-, y no nos dimos el menor roce! Pero yo sentía un cosquilleo al sur del ombligo, como el presagio de que podría saltar una chispa y provocar una flama abrasadora.

"No te hagas güey, cuéntale a tus lectores que llegaste bastante excitadito a la cita", me dicta ahora la conciencia, "porque desde cuándo querías conocer y desnudar con preguntas a este encanto que tuvo la morbosa osadía de hacer fotos en los cuartos oscuros donde los gays se encuentran para hacer sus cochinadas en el mayor anonimato".

¡Es la pura verdad! En 2008 Omar publicó "The dark book" ("El libro oscuro"), con una selección de las imágenes que captó en esos reinos del deseo entre tinieblas. Hace algunas semanas volvió a hablar del proyecto que se ha convertido en su insignia, durante una conferencia en el Centro de la Imagen donde finalmente estreché su mano, cálida para la amistad.

Entonces explicó que con película infrarroja y una cámara muy silenciosa que escondía en una cangurera, sorteó el problema de tomar en la penumbra esa serie de fotos en blanco y negro, que desde 2007 forma parte de la colección del Museo Universitario de Arte Contemporáneo.

En ellas se vislumbra el deambular de siluetas, sin rostro, que buscan una pareja de ocasión, así como diferentes formas de acoplamiento sexual.

Las escenas están desenfocadas, pero son nítidas en cuanto a lo que ahí ocurre y al mismo tiempo se presentan como una insinuación, estéticamente bella, para que el espectador las complete con su lúbrica imaginación (¡y...

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