Nosotros los jotos / Jotillo loco

AutorAntonio Bertrán

En memoria de la locuaz Delfina Rodríguez.

Hace unos días me lanzaron el piropo más bonito de mi vida. No fue en la calle ni en alguno de los lugares de sano esparcimiento donde a veces me reconocen por esta columna y me hacen sentir Brad Pittito al pedirme una foto.

De hecho, lo que he tomado por un halago no tenía la intención de serlo. Para nada fue una frase ingeniosa del tipo "¡Esas piernitas se me verían muy bien de aretes!" o "En esa cola sí me formo, papito".

El asunto fue así: Tuve noticia por una amiga que B. K., una joven y guapa señora (por su foto de perfil), se disponía a limpiar una ventana con periódico cuando al abrir METRO se topó de narices -¡oh, mai god!- con las suculentas nalgas de Mr. Abril.

La mujer leyó la columna, le tomó una foto y en uso de su libertad de expresión la subió al Facebook con el siguiente comentario: "Ya este periódico parece revista pornográfica".

Y agregó (corrijo dedazos y ortografía): "Peor aún, hay que checar cuando nuestros hijos quieren hacer tareas y les encargan recortes de periódicos, y muuuuy peor aún cuando están en el tema de diálogos porque si supieran lo que dice la columna: habla de calzones, coger y momentos muy detallados de lo que les pasa".

Como en todo texto magistral, lo mejor era el remate: "Yo respeto muchísimo las preferencias sexuales de cada persona, pero que dejen a un jotillo loco publicar sus cochinadas no se vale".

Después de los muchos "¡Pinche puto!" y "¡Ay, maricón, camina como hombrecito!" que desde el susurro hasta el grito callejero me han obsequiado en la vida, "jotillo loco" es un piropo que me conmueve.

Agradezco a B. K. el calificativo y que haya tenido la entereza -o el morbo- de leer el texto. Si por casualidad ve este, le aclaro que Nosotros los jotos es una apuesta juguetona de mi parte, y valiente y de apertura por parte de mi querido METRO.

Celebro, muy señora mía, que exhorte a las madres a checar lo que ven sus hijos (espero que también la tele), y le prometo que desde ahora no usaré calzones porque son pornográficos.

Este gracioso incidente me hizo recordar -sin autocompasión- las burlas que sufrí en la escuela por preferir el piano al futbol.

Cuando estudié en los 1970-80 no existía el concepto de...

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