Nosotros los jotos / En la Merced roban corazones y...

AutorAntonio Bertrán

El sábado al mediodía se armó un choteo con chiflidos en la carnicería La Única: los compañeros maloreaban a Pancho Barraza, El Chavo Chavo de la Merced, porque Miguel Lagartier lo estaba retratando frente a la pulposa mercancía.

"¡Galanazo!", "¡Si está bien pinche feo!", "¡Pero sonríe, papá!", "¡fiu, fiuuu!", le gritaban al guapo michoacano que se carcajeaba y luego, muy en su papel de figurín, se acomodaba el mandil siguiendo la indicación de otro carnicero que muy pronto se asumió como director de arte.

-¿A cómo el kilo de bistec, gallo? -preguntó Miguel a su modelo de ocasión después de unos disparos.

-Para ti a cien. Áhi va incluido lo de las fotos. ¿Quieren que también enseñe el fierro?

-¡Claro! -tercié yo, juguetón, ya fuera porque el joven se refería al cuchillo de matarife o nomás nos estuviera albureando.

Detrás del mostrador, los hermanos Eusebio y Alejandro Marcelino quisieron saber "en qué programa" iban a salir las fotos. Les aclaré que sería en METRO, por cierto de amplia lectura en el Mercado de la Merced. Entonces se asomaron entre las colgantes longanizas, mirando a la cámara.

La cacería fotográfica de galanes a la que Miguel me permitió acompañarlo el fin de semana obedece a un gozoso y noble proyecto suyo, M3XM3N (se lee MexMen y está en Instagram), por el que, desde 2017, busca "documentar cómo es un hombre mexicano del Siglo 21".

Al recorrer el laberinto de pasillos, esto lo fue explicando el "photodiseñador" a los muchachos que abordaba porque le llamaban la atención -y coincidíamos en gustos estéticos-, ya fuera por sus grandes ojos oscuros, mandíbula o brazos recios, sonrisa seductora... para acabar pronto: por su guapura, atractivo o gallardía. Pero fuera de los estereotipos de belleza que nos muestra la publicidad, en la que Miguel ha trabajado "porque de algo hay que comer", y por la que pareciera que vivimos en Suecia, entre güeros mamados de rostro angelical.

El estereotipo que sí maneja este colega comunicólogo de 39 años oriundo de Cuautla, es el de la hipermasculinidad popular, dado que esa imagen atractiva le proyectaban sus tíos en la infancia. Y también por el rechazo que una vez vivió al querer jugar con otros niños: "Él no", ordenó uno de ellos, "porque es puto".

"¿Qué no tengo yo que me impide participar con ustedes?", fue la pregunta derivada de esa discriminación que Miguel se planteó responder con sus retratos a hombres varoniles, a los que cada vez se parece más, según una amiga suya.

"Y me di...

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