Nosotros los jotos / Seguía deseando a los hombres

AutorAntonio Bertrán

"Creo que soy bisexual". Con esta verdad a medias, llorando, Iván Tagle salió del clóset. Tenía 15 años y explicó a su mamá que debido al acoso que por esa circunstancia sufría en la prepa había reprobado, "a propósito", un semestre.

En ese momento, el matrimonio Tagle acudía al Grupo de Apoyo San Agustín, al norte de la Ciudad de México en una colonia del mismo nombre, para intentar resolver la situación de violencia que la madre de Iván vivía por parte de su marido.

"Tienes que ir al grupo para que te ayuden", le impusieron los padres a su hijo menor, quien había estudiado en colegios de maristas, siempre con buenas calificaciones. Incluso tenía la expectativa de seguir la vida religiosa.

"Para mí fue normal que unos padres no aceptaran la homosexualidad de su hijo porque yo tenía una homofobia internalizada, no quería ser gay, a esa edad no lo veía como una expectativa de vida, pensaba ¿quién quiere una vida donde te discriminen, golpeen, en la que no honres a tu padre y a tu madre y vayas al infierno, como había oído siempre?", reconoce Iván.

Hoy, el pasante de ingeniería química petrolera con 30 años recuerda que el lugar donde operaba el grupo de apoyo, "supuestamente no religioso", era una gran nave al estilo de las bodegas de la Central de Abasto.

"En el primer piso hacían las reuniones, era un gran salón, había de 30 a 35 personas de todos los niveles sociales, principalmente hombres, todos mayores de edad menos yo. Las sesiones duraban tres horas y consistían en pláticas donde escuchabas testimonios sobre experiencias de vida muy fuertes, de superación desde adicciones hasta la homosexualidad".

Emmanuel se llamaba quien dirigía y se presentaba como un guía espiritual. También participaba una mujer, América, que en la memoria de Iván tenía una apariencia "muy butch" (masculina) y se manejaba como "ex lesbiana". Ella atendía los "casos" de las personas LGBTTTI.

De estas pláticas, el adolescente salía "muy triste" por la "frustración de saber, en el fondo, que no podría cambiar" su orientación sexual. Los estudios sicológicos y psiquiátricos han demostrado que es inútil cualquier esfuerzo para corregir la orientación sexual o identidad de género (ECOSIG).

"A los 15 años te asalta la calentura cada cinco minutos, además de que las experiencias que contaban tenían una carga sexual muy fuerte". Así que Iván salía del grupo más excitado que estimulado a "curar" su inclinación considerada "desviada". Su familia no sabía lo que...

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