Nosotros los jotos / Sida, detén tu pose ahí

AutorAntonio Bertrán

Vivo con VIH pero no vivo pensando en el VIH. A las nueve de la mañana suena una alarma en mi celular que titulé "Drogas de la vida", tomo mi pastillita antirretroviral de última generación -Biktarvy- y me olvido el resto del día de que soy vihchosa.

Claro que no falto a las citas de control en mi Clínica Condesa de la Ciudad de México, para tener el doble placer de ver al doctor Sergio Montalvo, y también voy dos veces por año al laboratorio del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias para verificar que el nivel del virus siga en indetectable (menos de 40 copias), y las células de defensa (CD4) superen las 200 (¡tengo casi 500!).

El VIH no revolotea como mosquito funesto sobre mi cama u otros sitios propicios -o insólitos- para los lances sexuales porque, al ser indetectable, no soy capaz de transmitirlo aun cuando no use condón (casi siempre lo uso porque hay otras plagas antiquísimas asociadas al "pecado" más gozoso).

Pero el fin de semana pensé, oí hablar y hablé hasta por el chocho de esta enfermedad crónica. No podía ser de otro modo dado que el domingo 1 fue Navigay, el Día Mundial de la Lucha contra el Sida (oficialmente le quitaron "lucha", pero para mí es imprescindible).

Medio centenar de jóvenes llenaron la tarde del viernes el auditorio Arturo Díaz de la Clínica Condesa. Para mí, que participaba en la charla de Inspira Cambio sobre la pertinencia o no de vivir abiertamente como VIH+, fue muy significativa la presencia de mi colega Braulio Peralta.

Cuando inició la pandemia del sida en la década de 1980 Braulio atendió en su propia casa a varios amigos rechazados por sus familias y tildados como "sidosos" por la abyecta discriminación social. Entonces no había otra forma de ayudarlos que abrazándolos mientras su cuerpo se deterioraba hasta morir.

Se entiende que mi querido amigo rehuyera luego un tema que tanto dolor le había causado. Voy a ir a la plática como reportero, me advirtió decidido a retomar el asunto. Verás que hoy lo vivimos de una mejor manera, le aseguré.

Hacia las cuatro recibí a Braulio en la puerta de la clínica. Nunca la había visitado, así que de camino al auditorio le mostré sus espacios luminosos y le presenté al personal como si yo fuera la orgullosa anfitriona.

Empatía, propuesta por el activista Alaín Pinzón cuando un joven nos preguntó qué "actitudes o valores" debían adoptar los aliados hacia las personas que vivimos con VIH, fue el término que eligió mi colega para escribir del tema en su...

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