Líder zeta de alta peligrosidad

AutorErnesto Núñez

Lo obligaron a salir al patio brincando una ventana, lo subieron a una camioneta y lo llevaron hasta la Procuraduría General de Justicia, en el centro de Cancún. Ese traslado lo hizo esposado y con los ojos vendados.

En la Procuraduría fue revisado nuevamente y se levantó un certificado de los golpes que llevaba. Nuevamente, le fueron presentados los documentos para que los firmara.

-Dice El Chino que éste es el bueno -dijo uno de los policías en referencia al agente del Ministerio Público que había tomado la declaración en la que Héctor se confesaba culpable.

Él se negó a firmar, pero fue obligado a estampar su huella digital en ellos.

"A mí me quieren hacer firmar cinco diferentes expedientes; yo creo que los iban mejorando, o rediseñando... pero no firmé absolutamente nada. Cuando me daban la pluma les rayaba yo allí y se encabronaban... las huellas al final son mías, porque me forzan a que yo las ponga... cuatro cabrones para agarrarme las manos y hacerme que yo pusiera las huellas, por eso los dedos están así, separados, no están puestos normales. El último expediente que me obligaron a huellear fue en el estacionamiento de la Policía Judicial, justo antes de presentarme a los medios. Estaba yo muy cansado. Max, mi amigo, estaba llorando, yo estaba sangrando de todas partes".

Aquel domingo, 17 de marzo de 2013, la Procuraduría de Quintana Roo presentó a los medios de comunicación quintanarroenses a Héctor Casique Fernández, alias El Diablo, Tito o Fénix, y a su chofer y "cómplice" Maximiliano Ezequiel Millán González.

Dos policías estatales vestidos de negro, encapuchados, con casco y cargando armas largas flanqueaban a dos presuntos delincuentes que fueron presentados como criminales confesos en la conferencia de prensa del procurador de Quintana Roo, Gaspar Armando García Torres. Uno de ellos, Maximiliano Ezequiel Millán González, vestía una camisa amarilla; el otro, Héctor Casique Fernández, vestía una polo blanca con cuello rojo, una camiseta que Héctor no usaba la noche del 16 de marzo y que le fue proporcionada en los separos de la Policía Judicial. Según sus abogados, con esa camiseta Polo se pretendía fortalecer su imagen de presunto narcotraficante. Ambos usaban pantalón de mezclilla y traían las manos esposadas por delante. Max se veía desconcertado, con moretones, pero sin manchas de sangre. Héctor mostraba las huellas de la tortura: el ojo izquierdo cerrado, la cara hinchada, el antebrazo derecho marcado con moretones.

La...

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