A 10 años de la masacre

AutorJavier Garduño y Daniel Pérez

MÉXICO, DF.- Han pasado 10 años de que los cinco integrantes de la familia Narezo Loyola y dos empleadas fueron asesinadas en su domicilio en la Colonia Toriello Guerra, en Tlalpan, pero las heridas emocionales de los vecinos aún no sanan.

La masacre de la familia sigue calando en los recuerdos de los habitantes.

De la casa con portón de madera y paredes empedradas no queda nada: hace años, en Cuitláhuac 186, se construyó un condominio y los vecinos tratan de no hablar sobre el caso para dejar atrás esos malos recuerdos.

LA VIDA ES BELLA

Ricardo Narezo quería vender su Volkswagen Pointer. Era jueves 14 de noviembre de 2002.

Amante del automovilismo se dedicaba, entre otras cosas, a coleccionar coches antiguos y los mejores estuvieron en exhibición en el Museo del Automóvil.

Trabajaba en el taller Bertone, de restauración de autos clásicos, en la Colonia Insurgentes Mixcoac.

Incluso, Ricardo participó en las Carreras Panamericanas en su poderoso Alfa Romeo TI, azul brillante, al que le arregló el motor.

Sentía especial cariño por los Renault, su primer coche fue un R8 y en 1990 fundó el Club Renault Gordini Sport A.C.

La bandera de cuadros blancos y negros del Autódromo Hermanos Rodríguez le dio una de sus mayores satisfacciones el día que ganó a bordo de un Porsche 356, modelo 1956, en la carrera de autos deportivos Vintage, categoría "E". Fue en julio de 1994.

Años atrás, Ricardo había conocido a Diana Loyola cuando era una adolescente. Él fue su único novio y el amor de su vida.

Tuvieron tres hijos. Ricardo, que con 20 años cumplidos rompía corazones en la Ibero donde estudiaba Ingeniería Industrial en el 2002; Andrea que tenía 14 años y Diana, 10.

A la madre le gustaba estar siempre bien arreglada, bailar y hacer largas llamadas telefónicas.

Era maestra de inglés y en sus ratos libres bordaba, armaba rompecabezas y disfrutaba el cine. La Vida es Bella, de Roberto Benigni, era de sus películas favoritas.

Jorge Esteva, un muchacho que le vendía refacciones a Ricardo, y Orlando Magaña que vivía a cuatro casas los Narezo, compraron el Pointer en casi 80 mil pesos.

Desenmascara a su amigo

Orlando, hijo de un ex comandante de la Policía Judicial Federal, aceptó la idea de su socio para recuperar el dinero del Pointer.

El viernes 15, a las 17:00 horas, se vieron afuera de la casa de sus víctimas. Jorge le dio a Orlando una máscara de luchador y tocó el timbre de la puerta de madera.

Cecilia de los Ángeles Machado, la empleada doméstica, estaba...

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