'Mejor buscate otro'

AutorTania Hernández

Jaime Torres González fue subido a una Suburban para llevarlo al penal de Santiaguito, en Almoloya de Juárez. Eran las 10:00 horas del 29 de noviembre de 2009 y lo escoltaban cuatro policías.

Al llegar, los custodios lo revisaron exhaustivamente, contaron sus cicatrices, verificaron su ausencia de tatuajes, y tomaron nota de las malformaciones en codos, rodillas, pies y manos por la gota.

De ir diario con su esposa a trabajar en un puesto de hamburguesas, ahora es uno de los 18 mil internos que tiene el Edomex en 21 centros penitenciarios donde la sobrepoblación es del 77 por ciento.

Beatriz Cecilio Ramírez, su mujer, pudo hablar con él hasta 48 horas después de su detención.

Un guardia le cobró 100 pesos por prestarle tres minutos una tarjeta telefónica.

-Ya estoy aquí, en Almoloya. Le contó a Beatriz. Tráiganme mi medicamento porque me duelen las rodillas, me pusieron de rodillas por más de tres horas cuando yo les dije que no podía estar hincado, pero luego te digo... no puedo hablar.

La familia interpuso una queja ante la CNDH, otra ante el Órgano Interno de Control en la PGR y una más en la Dirección General de Visitaduría también de la PGR por el tiempo que estuvo incomunicado y los golpes que le dieron.

Desde entonces, su familia le lleva cada sábado dos bolsas de yute llenas de cereal, verdura, fruta y leche, pero reparte la mitad con sus compañeros de celda para que no le quiten su despensa.

La juez Araceli Trinidad Delgado, con sede en Toluca, le dictó auto de formal prisión el 5 de diciembre de 2009. La prueba de radizonato de sodio para presumir si disparó un arma salió positiva y el testigo, Omar Jiménez, dijo ante el MP que reconoció a Jaime, en la cámara de Gesell, como uno de los sicarios, aunque seis días después lo negó.

"Pues el motivo es que ya quería irme a descansar, ya tenía como 12 horas ahí, pero en ningún momento leí la declaración y tampoco me la leyeron", le respondió Omar al abogado de Jaime cuando le preguntó por qué firmó la declaración inicial si no conocía la cámara de Gesell.

Los otros dos testigos, Sandro Ramos Sánchez y Julio César Torres, tampoco lo vieron disparar.

El defensor, Gerardo Velázquez, argumentó que la prueba de Harrison sólo es presuntiva, por lo que la MP debió solicitar la confirmativa, pero eso no sucedió a pesar de que especialistas señalan que la prueba de Harrison no es confiable.

"La prueba pericial en materia de balística no es plena, clara y contundente. Pueden intervenir muchos...

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