De política y cosas peores / Amenaza mayor

AutorCatón

Simpliciano, candoroso doncel, casó con Pirulina, muchacha sabidora. La noche de las bodas ella vistió un inconsútil negligé que casi no la vestía, pues la vaporosa prenda dejaba ver la luz de su carne marfilina, y aun la leve sombra de lo que el pintor Courbet llamó, en su famoso cuadro, El origen del mundo. Su enhiesto pecho y desafiante grupa... (Nota de la redacción. Nuestro estimado colaborador se extiende en 14 páginas al describir los profusos encantos de la citada Pirulina, descripción que, lo reconocemos, es sumamente interesante y expresiva, pero que nos vemos en la penosa necesidad de suprimir por falta de espacio, y también porque el texto se aparta de las prescripciones contenidas en el artículo 3,046, inciso 914, de la Ley de Moral Pública). Tras esa molesta interrupción continúo el relato. Simpliciano salió del baño. Lucía la piyama que para el efecto le puso en la maleta su mamá, que tenía rayas verdes y moradas con pintitas amarillas. La piyama, digo, no la mamá. Se acostó el ingenuo joven al lado de su voluptuosa desposada y dijo: "Veamos. Se supone que ahora yo debo ser la abejita y tú la florecita. ¿O es al revés?"... Era el tiempo feliz -¡felices tiempos!- en que aún había en México trenes de pasajeros. Uno que hacía el viaje entre México y Laredo se detuvo de pronto. "¿Qué sucede?" -preguntó un viajero. Respondió el conductor: "Hay una tortuga caminando entre las vías". Replicó, molesto, el otro: "Hace 15 minutos nos detuvimos, también porque había una tortuga caminando entre las vías". "Sí -reconoció el conductor-. Pero ya la alcanzamos otra vez"... Antes se decía que el hombre es el rey de la creación. Si en efecto lo es ha de ser un rey demente, como aquellos que Shakespeare ponía a vociferar contra los cielos en medio de la tempestad. Los humanos nos hemos vuelto la amenaza mayor para el planeta en que vivimos. Estamos haciendo de él la mortaja que nos envolverá. Los sabios y poderosos del mundo se reúnen; hablan del calentamiento global y dictan ordenanzas que luego nadie obedecerá. Somos los hombres un maligno virus que atacamos a esa maravillosa criatura, nuestra Tierra. A veces me pregunto si el buen Dios, al revisar...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR