De política y cosas peores / Aplauso a Vargas Llosa

AutorCatón

El chiste que abre el telón de esta columnejilla es blanco y, como todos los chistes blancos, malo... Un angustiado señor llegó a la consulta del doctor Herrioto, veterinario de prestigio, y le mostró al perro que llevaba en brazos. El médico examinó al can y luego dijo: "Este perro está muerto". "¡Imposible, doctor! -se consternó el hombre-. ¡Examínelo bien!" Llamó el veterinario: "Ven, Tac". Entró un gato, subió a la mesa de examen, oliscó al perro de la cabeza al rabo y luego hizo: "¡Miau!" Se volvió el médico al dueño del perro y le indicó: "El gato ha confirmado el lamentable deceso de su mascota". "¡No puede ser, doctor! -clamó el sujeto-. ¡Haga otra prueba!" Llamó entonces el veterinario: "¡Laboratorio, ven acá!" Acudió un perro, recorrió con la vista y el olfato al exánime animal y después ladró: "¡Guau!" Le dice el médico al señor: "¿Lo ve? Mi diagnóstico inicial era acertado: su perro ya no tiene vida". Se resignó el sujeto: "Está bien, doctor. ¿Cuánto le debo?" Indicó el facultativo: "Son 20 mil 50 pesos". El tipo se espantó: "¿20 mil 50 pesos por decirme que mi perro está muerto?" Replicó el veterinario: "De eso son nada más 50 pesos, más 10 mil del Tac y 10 mil de las pruebas de Laboratorio"... La esposa de Astatrasio lo sorprendió vaciando en el lavabo el contenido de seis latas de cerveza. "¿Qué haces?" -le preguntó asombrada. Respondió Astatrasio: "Parece un desperdicio, pero esto me librará de tener que levantarme en la madrugada para ir al baño"... ¡Clap clap clap clap clap! ¿A quién, oh columnista, envías ese aplauso, tributado además con ambas manos, para mayor efecto? Lo dedico a Mario Vargas Llosa. El poeta guanajuatense Rafael López escribió un soneto de homenaje a Ramón López Velarde. Ahí le dice: "En liza abierta has burlado al solemne dios: el lugar común...". Pues bien: en abierta liza Vargas Llosa ha derrotado a otro dios: el de la solemnidad. El hecho de subir al palco escénico -así se dice- como actor en una de sus obras lo engrandece a mis ojos, y lo vivifica. Hay quienes hacen el ridículo de sentir miedo del ridículo. No pertenece el gran autor peruano a la ralea de los timoratos, y aunque se diga de él que actúa con más voluntad que oficio -eso opinó un crítico con más oficio que...

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