Zona submetropolitana / Cárcel a rateros

AutorHéctor Castillo Berthier

Existe un panteón en Culiacán en el boulevard Emiliano Zapata, llamado Jardines del Humaya, en donde se han enterrado a muchos sicarios y capos del narcotráfico.

Es un lugar extraño, que no parece un cementerio, sino una zona de casas y residencias con todos los lujos posibles.

Tiene muchos balcones, bancas, cristales blindados, patios, recámaras, antenas parabólicas, aire acondicionado, WiFi, salas de estar, cocinas, segundos y terceros pisos, circuitos de seguridad, estacionamiento y hasta baños... en tumbas que han llegado a costar varios millones de pesos.

Ahí, muchos de los muertos, reposan como emperadores.

Enterrados en ataúdes forrados de oro. Alguno, incluso, junto a su camioneta que también fue sepultada.

Ahí están los restos de Arturo Beltrán Leyva "El Jefe de Jefes", a cuyo entierro asistieron sólo mujeres, dada la fuerte presencia de tropas militares.

Está también Ignacio "Nacho" Coronel, quien quedó al lado de su peor enemigo Arturo Beltrán Leyva. Y "El Güero" Palma, que fue enterrado al ritmo del grupo norteño Los Cadetes de Linares.

Algunos de sus familiares acostumbran quedarse a dormir ahí para darles un homenaje... en una fiesta que recuerde su paso por la vida.

La muerte de los capos del narcotráfico, no sólo implica el duelo.

Sirve igual para festejarlos y para recordarlos colectivamente.

Algo similar sucedió en Iztapalapa, el lunes pasado, en el panteón de San Lorenzo Tezonco, en donde al grito de "¡Se ve, se siente, Felipe está presente!", se sepultó a Felipe de Jesús Pérez Luna "El Ojos", quien controlaba una buena parte de la venta de droga en Tláhuac, desde el 2012.

Era el jefe del Cártel de Tláhuac, a quien se le acusa de más de 60 homicidios y una larga cadena de agresiones, extorsiones y secuestros en la CDMX y en buena parte del Edomex.

A pesar de eso, su sepelio fue festivo, como un reconocimiento social que no se le da a los políticos.

Se enterró entre porras. Y los músicos que contrataron: "Estuvieron a punto de cantar el corrido de El Ojos, que se hizo público en las fiestas del barrio de Zapotitla, lo cual no logró realizarse" (Reforma, 25/VII/2017), sin embargo varios equipos de sonido lo hicieron sonar en el panteón.

Los aplausos, las coronas florales abundaban.

Era un festejo que no es común en la Ciudad. Fue una celebración al estilo narco... junto a la policía.

¿Qué ha cambiado? ¿Qué sucede en nuestra sociedad cuando un narcotraficante merece estos homenajes? Lo mismo pasó con el Chapo, cuando se...

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