Zona submetropolitana / La historia y Morena

AutorHéctor Castillo Berthier

¿Cuál es nuestra historia? ¿Se puede cambiar la historia?

¿Qué ganamos si cambiamos el rumbo la historia?

Cuando Luis Echeverría era presidente de México, entendí el uso de la palabra "Paranoico"... Eso se decía de él.

Era un loco ensoberbecido por el poder. Con una visión idílica del mundo... Creía tener el control del planeta.

Controlaba los medios de comunicación. Contaba con el Estado Mayor Presidencial. Gustaba trabajar de manera incansable y vivía en un mundo de mentiras.

Fue en los dos últimos años de su gobierno cuando tuve mi primer trabajo en el Heraldo de México ("El periódico que piensa joven").

Me tocó cubrir en 1976 la devaluación del peso, que durante 22 años (desde 1954) se había mantenido en 12.50 por dólar.

El secretario de Hacienda, Mario Ramón Beteta, lo llamó "Flotación Regulada"... Pero era una devaluación.

En 1977 entró a la presidencia José López Portillo, acompañado (entre otros) por dos figuras notables de la corrupción en este país: Carlos Hank González (Regente de la Ciudad) y Arturo Durazo Moreno "El Negro" (Jefe de la Policía capitalina).

Los dos, viejos amigo de López Portillo cuando eran vecinos en la colonia Del Valle.

Sus historias están llenas de corrupción. Generaron centenares, o miles de enriquecimientos inexplicables.

Muchos ricos. Muchos millonarios. Mucha droga. Muchos abusos... Y mucha gente excluida que no tenía más que soportar a su gobierno.

José González González, guardaespaldas del Negro Durazo, escribió un libro "Lo Negro del Negro Durazo" (Ed. Posada, 1983), donde aparecen muchas narraciones sobre él.

Pero no voy a comentarlas en este momento. Más bien, hay una en especial que quiero rescatar hoy. Se trata de una pequeña regla que utilizó para beneficiar a sus amigos.

Los autos en la Ciudad de México ya tenían tres números y tres letras para su identificación.

Durazo pidió separar de ellos mil placas, que serían identificados por tres letras: "AAA".

De esa forma, todos los mil autos que portaban las tres A's, eran de gente cercana: amigos, periodistas, colaboradores, compadres o allegados al Negro Durazo.

¿Qué les permitía eso a estos conductores?: libertad.

Podían verse envueltos en algún accidente o cualquier otro problema, pero al llegar los policías y ver que eran vehículos con las letras AAA, de inmediato le daban protección para solucionar el contratiempo.

Es un señalamiento mínimo. Muy pequeño. Casi imperceptible. Pero muestra el utilitarismo, el ejercicio del mando y la mezcla de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR