Zona submetropolitana / Sociedad secuestrada

AutorHector Castillo Berthier

La foto en el periódico es aterradora. Un policía grita desesperado, mientras su casco y su ropa están en llamas y trata de tirarse el uniforme, después de haber recibido el impacto de una bomba molotov.

La marcha del 2 de octubre debería ya de terminar de encender los focos de alerta a todas las autoridades de este país.

No importa si son federales, estatales o municipales. Tampoco importa el color de sus partidos.

Es una mera cuestión de sentido común y nosotros, como ciudadanos de a pie, deberíamos pensar seriamente en el peligro en que nos encontramos en medio de un desorden creciente con una violencia en ascenso.

Los denominados "anarquistas" encontraron ya un mecanismo para hacerse presentes de manera permanente en las marchas y manifestaciones públicas.

Pero habría que decirles que degradan el verdadero concepto del anarquismo, que es la doctrina política y social que pregona la completa libertad del individuo, la abolición del Estado y la supresión de la propiedad privada.

La base teórica del anarquismo arranca con Pierre J. Proudhon y ha contado con una larga lista de pensadores, escritores, activistas, historiadores que han demostrado que el concepto tiene validez y legitimidad conceptual.

En la búsqueda de esta libertad, de la abolición del Estado y de la supresión de la propiedad privada, muchos jóvenes, desde hace muchas décadas y en muy distintos países, tomaron la bandera anarquista como propia y han desarrollado todo tipo de propuestas.

En los años ochenta cuando iniciábamos el trabajo con las bandas juveniles de la Ciudad de México, entramos en contacto con muchos de ellos, principalmente los punks. ¿Cuál era su slogan preferido? "No Hay Futuro".

Su música, sus fanzines, sus performances, sus textos, sus ropas, sus estilos de vida, reflejaban claramente los ideales anarquistas y su influencia y aportes a la cultura juvenil son absolutamente indiscutibles.

Cuando yo asociaba la palabra punk y anarquista siempre pensaba en algo positivo. Me imaginaba un chavo o chava, lleno de rabia y propuestas. Con ganas de cambiar el mundo. Veía a un ácrata, un revolucionario, un libertario, un agitador y un perturbador de las buenas conciencias.

Hoy cuando veo a estas bandas identificadas como "anarquistas" destrozando todo a su paso, lanzándoles bombas molotov y petardos a una policía que ya saben que no los va a golpear (en teoría), me parecen un grupo de alborotadores sin una propuesta real.

Además, ya encontraron el camino para...

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